Tres fuerzas convergentes dieron luz a la era de la IA: la disponibilidad de inmensos almacenes de datos, la invención de algoritmos de deep learning y el elevado rendimiento de la computación en la GPU.
Nuevos servicios de Internet, como Google Assistant, han aprendido a escuchar y comprender. Los coches autónomos utilizan el deep learning para reconocer el espacio que ocupan y los peligros que deben evitar. En el campo de la sanidad, las redes neuronales entrenadas con millones de imágenes médicas pueden dar con las claves en resonancias magnéticas que hasta ahora solo se podían detectar mediante biopsias invasivas.
La IA traerá una ola de progreso social comparable a la de la revolución industrial.